Prólogo
La gente se agolpaba para intentar subir a cualquiera de las lanzaderas que tenían asignadas para llevarlos hasta la órbita planetaria donde embarcarían en las “Éxodo”,.. Eran 7 en total, numeradas desde la I hasta la VII. Fueron nombradas así emulando al segundo libro del Antiguo Testamento de la Biblia; pues en ese mismo libro del Antiguo Testamento se narra cómo el profeta Moisés guía al Pueblo Hebreo hasta la Tierra Prometida. Al principio iba a ser sólo una nave, pero consiguieron hacer hasta siete de ellas. Ahora estas 7 naves o “los 7 Éxodos”, guiarán a la Humanidad hasta la nueva Tierra Prometida. Gritos, llantos, peleas, empujones… todo era un pandemónium caótico que las fuerzas militares y policiales apenas se molestaban en siquiera intentar apaciguar.
Cada una de las naves podía albergar hasta un millón de personas y sin contar a la tripulación de cada nave, formada por centenares de operarios y oficiales… pero, mejor dejemos eso para más adelante y comencemos esta historia por su principio, pues todas las historias tienen un comienzo y esta no puede ser una excepción…
Capítulo 1
Año 2053, el planeta Tierra ya no puede sustentar más a la Humanidad. Las continuas advertencias de los ecologistas que, desde finales del S.XX alertaban sobre los peligros Medioambientales a medio y largo plazo fueron desoídas por los responsables de los diversos Gobiernos de todo el mundo, y, salvo alguna rara excepción, y alguna aparente concienciación legislativa, en general, todos esos avisos fueron completamente ignorados.
¡Oh, Sí! Ciertamente hubo Cumbres Mundiales Medioambientales, pero todo demostró ser que aquello era más bien para hacerse una bonita foto de familia entre todos los mandatarios del G20 antes que para intentar buscar soluciones reales a una preocupante problemática real. Las Grandes Multinacionales podían ganar millones de beneficio bruto a través de los combustibles fósiles podían ser, eso sí, ridículamente multados por apenas unos pocos miles, por algo como, por ejemplo, verter residuos altamente tóxicos en los fondos marinos.
Por si fuera poco, la negativa de muchos gobiernos de financiar y fomentar las Energías Renovables e incluso multando (
en caso de España* que otros países se empeñaron neciamente en querer emular a partir del 2018), el uso de particulares de la utilización de aerogeneradores y/o de paneles solares para uso puramente particular; dicho de otra forma, tu utilizas un aerogenerador o un panel solar para que tu factura de la luz no suba mucho, y el Estado te obliga a vender esa energía a la Empresa que te la suministra, eso sí, muy por debajo del precio que esa misma Empresa te la revende a ti.
Esto terminó provocando un exceso en la proliferación de gases de Efecto Invernadero que acentúo el Calentamiento Global y, por consiguiente, el derretimiento de los casquetes polares. Cierto que en apariencia no parecía ser tan grave, pero los gobernantes no tuvieron en cuenta o no quisieron acordarse de que un iceberg es exageradamente mayor bajo el nivel del agua que sobre la superficie, por tanto sólo había que decir que miraron a la parte equivocada de ese mismo iceberg.
Asimismo, el agujero de la Capa de Ozono fue haciéndose mayor. En países sudamericanos y del sur del continente africano y a la gente comenzó a serles diagnosticados diversos tumores cutáneos, así como oculares y también la aparición de diversos tipos de casos de ceguera.
Volviendo a los casquetes polares, el derretimiento de estos llevó consigo una consecuencia obvia, el aumento del nivel del mar. Lugares donde antaño montones de turistas, así como, bañistas locales disfrutaban tanto de la arena en las playas así como del baño, estas terminaron sumergidas bajo las aguas oceánicas. En países, como Bangla Desh, la gente se vio forzada a abandonar sus hogares, “a pie de playa”, para irse a vivir a muchos km al interior.
A mediados de la década de los años 20 del S.XXI la lluvia ácida ya era algo común. Asimismo el aire ya era prácticamente irrespirable. El agua de mares, ríos, lagos, y lagunas también se estaba volviendo peligrosamente ácida. Innumerables especies animales y vegetales ya se habían extinguido o no tardarían en hacerlo. Animales marinos como los cetáceos, ballenas y desfiles, o peces, como los diferentes tipos de tiburones, así como cefalópodos como el pulpo, el calamar o la sepia.
En tierra firme, grandes mamíferos como el hipopótamo ya dejaron de existir. El último ejemplar de elefante africano sería muerto a manos de unos cazadores furtivos a principios del año 2030.
Aves como el halcón peregrino o el águila real sólo quedan algunos ejemplares disecados en algún Museo. Hay quien dice que con los avances en ciencia genética seguramente podrán ser traídos de vuelta a la vida, pero eso sería otro tema.
Asimismo, algunos acuíferos subterráneos se han visto seriamente amenazados por filtraciones e incluso saboteados por “agentes foráneos”, pero de esto también haremos referencia más adelante.
¿Esto os parece malo? Pues que conste que ni siquiera había comenzado a contar la historia, sólo estaba narrando la situación. Ahora viene la “condición humana”. Quien dijo que en determinadas situaciones podían sacar “lo mejor y lo peor de nosotros mismos” dio justo en el clavo.
¿Os acordáis cuando me referí a las “migraciones” humanas debido al aumento del nivel del mar? ¿Sí, verdad? Pues no fueron las únicas. La aparición de la lluvia ácida, el aumento de la polución, y factores similares comenzó a matar los cultivos, así como el ganado de la que dependía la subsistencia de millones de personas de modo directo o indirecto. Esto dio lugar a la reaparición de hambrunas, incluso en el llamado “Primer Mundo”. Las muertes por inanición diezmaron aún más la población en el Tercer Mundo, así como centenares de gente sin hogar, los sintecho, en los países más desarrollados del mundo, Estados Unidos, Europa, Japón, no se libraron de esta tragedia. Y para mayor desgracia para los más desafortunados, las ONG, se vieron obligadas a abandonar a los famélicos habitantes de muchos países del Tercer Mundo por ya no poder proveerlos de alimentos. Pese a los denodados esfuerzos de gente altruista y entregada al bien común, así como voluntarios de las diversas ONGs para intentar ayudar en lo que pudiesen,… esa ayuda fue tristemente insuficiente sin la ayuda ni el apoyo de los Gobiernos.
La pérdida de tierra por la subida de las aguas, así como la aparición de la lluvia ácida que mataba los cultivos, no tardó en traer un nuevo problema, la guerra. No podría llamarse la III Gran Guerra Mundial, puesto que más bien eran pequeñas guerras civiles o pequeños conflictos a escala, y, ya fuese por escasez de recursos, por hambre, por alimentar a los tuyos o, simplemente por defenderte. Muchos y muchas, hombres y mujeres, ancianos y niños, se vieron obligados a tomar las armas para sobrevivir, y, muchas veces, dejando atrás su humanidad. Lo curioso era que esta vez, no eran guerras marcadas por la codicia, recursos energéticos – tales como petróleo, gas,… etc. – sino simplemente por algo tan simple como básico y común: La comida.
Los fabricantes de armas tuvieron un muy lucrativo “Agosto”, aunque este “mes” – por llamarlo de alguna forma – económicamente beneficioso para ellos duraba ya un par de largas décadas; pero, eso sí, se mantuvieron indiferentes al daño que sus creaciones causaban entre la indefensa población civil a manos de despiadados Señores de la Guerra en los diferentes escenarios bélicos. Esto también provocó movimientos masivos de desplazados que huían como podían de las zonas de conflicto. Miles de millones de refugiados intentaban cruzar fronteras intentando llegar a alguna parte en las que tanto ellos como sus familias pudieran estar a salvo y vivir, simplemente en paz. La naturaleza humana mostró de nuevo tanto lo mejor como lo peor de nuestra condición. Muchos refugiados que podían encontrar asilo en países occidentales se encontraron con el desagradable rechazo de residentes que los acusaban irracionalmente de la precaria situación laboral, económica, social… que vivía el país en cuestión en aquel momento concreto, dando lugar a disturbios en las principales ciudades.
Poco antes de los años 30 del S. XXI los Gobiernos consintieron un nuevo y despreciable capricho a otro tipo de Grandes Multinacionales, esta vez a las de la alimentación. A causa del aumento del nivel del mar y de la lluvia ácida, los alimentos habían comenzado a escasear, por tanto, los gobernantes aprobaron por vía urgente la construcción de gigantescas factorías alimentarias por todos los Países del Mundo, eso sí, que no estuviesen siendo anegadas por el aumento del nivel del mar, ni en zonas de guerra ni que padeciesen lluvias ácidas con demasiada frecuencia. Todos los Gobiernos se habían gastado miles de millones de sus respectivos erarios públicos en la construcción, montaje y puesta en marcha de aquellas mastodónticas construcciones para, al menos en teoría, alimentar a sus respectivos ciudadanos. Eso habría estoado bien hasta casi terminar la legislatura de los gobernantes de turno, pero aquellos mismos que estaban cómodamente sentados en sus sillones en el Poder, al poco tiempo de que las Megafactorías alimentarias comenzaron a alimentar a la Población de sus respectivos países, no tardaron en aprobar nuevas leyes que permitieron la privatización de estas mismas Factorías y,… ¡oh sorpresa inmensa! Prácticamente todos esos mismos gobernantes, una vez dejado el cargo, eran contratados como directivos o asesores en esos mismos empresas, ahora dueñas de las Megafactorías alimentarias, con unos supersueldos tan envidiables como inmerecidos. Las nuevas legislaciones alimentarias no tardaron en, si no prohibir, sí dificultar el cultivo particular, inclusive en zonas “limpias”, o sea, en lugares no afectados por la lluvia ácida.
Con intención de aumentar tanto la productividad como el de bajar los costes de producción, los directivos usaron plantas transgénicas, que también pasaron al ganado, y puesto que ninguna ley los “controlaba” ni los Ministerios de Salud les exigía ahora la más mínima precaución, esos mismos productos transgénicos pronto estuvieron a la venta, originando un nuevo problema: Alergias y serios trastornos metabólicos en el organismo humano, llegando incluso a causar severas alteraciones en el comportamiento de los afectados. La alimentación transgénica trajo, por consiguiente, nuevas enfermedades de las que la Industria Farmacéutica también sacó partido, encareciendo exageradamente todos los tratamientos que sacaban a la venta, y a aquellos que no podían costeársela… ¿adivináis cual era su final? Os doy una pista, no se ganaba unas vacaciones pagadas en ningún resort de cinco estrellas precisamente, sino más bien un acogedor nicho con una lápida a tu nombre.
Las protestas fueron brutalmente sofocadas y los medios informativos, tanto al servicio de esos gobiernos absolutamente antidemocráticos, como también propiedad de las Grandes Corporaciones Empresariales desinformaban paulatinamente al público en general, criminalizando a las víctimas y victimizando los principales culpables de todo aquello.
Casi me olvido de hablar de los acuíferos a los que hice referencia casi al principio. Aquellos países que disponían de recursos naturales eran, al principio, agasajados por las Grandes Potencias Mundiales, para poner bajo control extranjero esos mismos recursos. De negarse, no tardaban en estallar revueltas en esos mismos países, y al conseguir formarse un nuevo gobierno, normalmente golpista y sin ningún tipo de tinte democrático, pero que eran armados por esas mismas Grandes Potencias, que luego controlarían los recursos, y, pongamos por ejemplo, que los golpistas hubiesen fracasado, y el recurso más preciado fuese un acuífero, agentes de esas mismas Grandes Potencias eran enviados para sabotear y envenenar el agua.
Así que, en resumen: montones de enfermedades nuevas, guerras civiles, hambruna y la muerte y desaparición progresiva de los diversos ecosistemas den planeta Tierra, provocaron la aparición de numerosas sectas religiosas de índole marcadamente apocalípticas pro todo el ancho del Globo: con nombres tan rocambolescos como “Los Servidores del Fin”; “Los Vástagos de la Muerte” e “Hijos de los 4 Jinetes”,.. Entre otros se hicieron conocidos por la gente de todo el mundo. Pero sin importar si la religiosidad tenía o no algo que ver con todo lo que estaba ocurriendo, lo cierto era que tampoco parecía ser que estuviesen del todo errados. Me explico, tal y como oí comentar una vez a un amigo mío medio en broma, dijo más o menos esto: “Ni que el que escribió el Apocalipsis (fue San Juan) hubiera viajado en el tiempo hasta la época actual, puesto que tenemos ya a los puñeteros Cuatro Jinetes campando a sus anchas por todo el Mundo”, y, tal y como dije antes, no le falta razón, pues tenemos a Guerra, Peste, Hambre y Muerte jorobando a la Humanidad, … pero eso sí, no nos olvidemos que fue también gracias a la ayuda de unos cuantos, tan mal llamados como considerados “humanos”.
Continuará...